Aunque el territorio permite recoger estos frutos del monte durante todo el año, en estas fechas comienza la temporada de otoño, la más popular para realizar esta práctica. El proyecto Micoaragón busca promover la gestión sostenible de este recurso y potenciar el turismo alrededor de los hongos.

Autor: Fernando Martínez Peña. Investigador CITA

Rebollones, setas de cardo, boletos, senderuelas, colmenillas… la riqueza de los montes de Aragón como productores de setas es tremenda, con 2.485 especies catalogadas y más de 2,2 millones de hectáreas con hábitats propicios para los hongos silvestres. Y, aunque el terreno permite disfrutar del placer de recolectar estas delicias de la tierra durante todo el año, estos días ya ha comenzado la temporada de otoño, posiblemente la más popular entre los aficionados.

Por el momento, el Pirineo y algunas zonas de Teruel, como la sierra de Albarracín y el Maestrazgo, muestran unas condiciones propicias para coger la cesta y la navaja así pasar un buen día entre la naturaleza. No obstante, la variabilidad del clima pone sobre la mesa qué áreas se encuentran en un estado óptimo y es conveniente estar al tanto de lo que dicta el tiempo para emprender la aventura.

De hecho, tanto el Pirineo como Albarracín y el Maestrazgo son algunas de las zonas ‘clásicas’ para el amante de los hongos en Aragón, pero no las únicas. El Sistema Ibérico y las Cinco Villas, por ejemplo, también resultan espacios ricos en este recurso y es el cielo y el estado del monte el que dicta cómo se encuentra cada caso.

“Si te sabes mover, puedes estar todo el año recogiendo setas”, destaca el investigador del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA) Fernando Martínez Peña. Este experto afirma que en Aragón “hay mucha diversidad”, incluidas las especies fundamentales desde el punto de vista comercial.

Autor: Fernando Martínez Peña. Investigador CITA

Sin embargo, toda esta riqueza, con un tremendo potencial desde el punto de vista turístico, debe ser cuidada para su sostenibilidad, puesto que las producciones silvestres de setas se enfrentan a amenazas como el cambio climático, los cambios en el uso del suelo, la recolección incontrolada, la gestión inadecuada y el comercio ilegal. Desde la concienciación ciudadana a la regulación administrativa, todos los actores son importantes para que la Comunidad siga siendo un territorio propicio en términos micológicos.

Con ese fin nació el año pasado Micoaragón, un proyecto del Ejecutivo autonómico que tiene como objetivo promover la colaboración de todos los interesados en mejorar la gestión sostenible y la valorización micoturística.

Parques micológicos para gestionar de forma óptima los recursos

Para ello, una de sus propuestas es la creación de parques micológicos, zonas ricas en este recurso que permiten la recogida de setas con la tramitación de un permiso. De momento, al proyecto ya se ha adherido el parque micológico de Albarracín y hay tres más gestionando su entrada.

En esta área de Teruel hay más de 60.000 hectáreas de parque, con una producción media anual sostenible de casi 32.000 kilos en sus bosques de pinos y hayas, cuyos frutos son delicias como los boletos blanco (boletus edulis) y negro (boletus aereus) o níscalos (lactarius deliciosus), entre otros.

No solo eso, sino que el portal web de Micoaragón también ofrece al visitante la posibilidad de reservar un alojamiento en la zona, conocer cuáles son los mejores establecimientos del entorno para degustar setas de temporada y descubrir las actividades que se realizan alrededor de esta práctica, como encuentros y jornadas micológicas.

Así, además de facilitar recursos como el tiempo que va a hacer o una guía de la zona, con Micoaragón se ofrece un marco claro y accesible, también para el turista micológico, ya que unifica la forma de tramitar permisos y facilita certidumbres al visitante.

Amanita muscaria. Autor: Fernando Martínez Peña. Investigador CITA

De hecho, no hay que olvidar la regulación actual de la recogida de setas en Aragón que, aunque se aplica en todos los montes públicos y privados de la Comunidad, contempla excepciones como que el propietario del terreno señalice lo contrario o se trate de una zona regulada.

Con este tipo de regulación, se ofrece, a cambio de un permiso -en el caso de Albarracín, por 5 euros-, el acceso a una zona en la que se puede recolectar con tranquilidad, en un espacio que además ofrece servicios adicionales al visitante y, en consecuencia, fomenta la creación de “una cadena de valor” alrededor de esta práctica, como relata el experto del CITA.

De hecho, la recaudación obtenida en estos parques se reinvierte en ellos para organizar, por ejemplo, jornadas divulgativas o mercados micológicos y mantener una vigilancia y limpieza del monte.

Un gran potencial, y no solo turístico

La riqueza micológica aragonesa no es una cuestión baladí, como recalca Martínez Peña, quien observa “mucho potencial” en un territorio enclavado cerca de Cataluña, Madrid, el País Vasco y Francia. “Hay mercados emisores de turistas muy potentes”, destaca el investigador sobre un territorio como el aragonés, “muy diverso” en lo concerniente a los hongos.

Sin embargo, no solo es el turismo el sector que puede mover dinero alrededor de las setas. Otra pata “con un potencial enorme” son empresas, por el momento, pocas en Aragón, que basen su modelo de negocio en, por ejemplo, las especies silvestres comestibles, en la generación de proteínas como fuente alternativa a la animal o en usar los hongos como biomaterial o fertilizante. “Hay un montón de posibilidades”, subraya Martínez Peña.

Como ejemplo, cuenta la propuesta que conoció recientemente de unos empresarios estadounidenses, que trabajan con el micelio -la parte similar a la raíz- para crear biomateriales como tejidos que sustituyan el cuero, materiales de construcción o incluso estructuras para satélites, en este último caso, gracias a su capacidad para recuperar su forma.

Las buenas prácticas, una cuestión fundamental

Pero, volviendo a la típica recogida de setas, es conveniente recordar al aficionado las buenas prácticas que hay que cumplir para que se pueda disfrutar de este recurso en el futuro. Cuestiones básicas y necesarias como las que recoge el propio portal de Micoaragón, donde se subraya la importancia de estar seguro de qué especie se está recolectando y así evitar el riesgo de una intoxicación, como también recomienda introducirse en este mundo de la mano de expertos.

También, el ser consciente de que los dueños de las setas son los propietarios del terreno donde fructifican, por lo que instan a asegurarse de que se cuentan con los permisos y autorizaciones necesarios.

Una vez en la zona, es fundamental contar con los materiales adecuados, como una cesta aireada, navaja y cepillo. Y, por supuesto, no hay que destruir las especies tóxicas, ya que todas desempeñan funciones ecológicas importantes para el bosque. De la misma forma, tampoco hay que recolectar ni destruir los ejemplares comestibles viejos, ya que estos contribuyen a la dispersión de esporas.

Cortinarius hercynicus. Autor: Fernando Martínez Peña. Investigador CITA

Además, desde Micoaragón instan a no recolectar en los entornos urbanos, carreteras y zonas contaminadas, ya que los hongos acumulan materiales pesados y su ingesta puede resultar perjudicial para la salud.

Más allá de la aplicación de estas buenas prácticas, el aficionado a las setas también puede contribuir a la conservación de esta riqueza con iniciativas como la aplicación Interfungi, que nace con el objetivo de mejorar el conocimiento y la protección de los hongos aragoneses.

Con ella, cualquier recolector aficionado puede dar información de forma anónima y voluntaria desde el terreno. “Es muy importante para conocer la distribución de las especies, la fenología (es decir, los periodos de fructificación), cómo está afectando el clima u otras circunstancias como pueda ser la orientación, los suelos o la gestión forestal”, explica Martínez Peña.

Para ello, basta con descargarse la app en el teléfono móvil, un servicio que, entre sus funciones, también incluye la recepción de información periódica con balances y previsiones de la campaña micológica.

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